sábado, 5 de mayo de 2007

LA BULLANGA ALEGRE DE LAS COSAS


Incluso en los momentos más amargos de decaimiento, ira, confusión y tristeza he tenido una certeza inconmovible, y reto a cualquier sabio que trate de demostrarme lo contrario: la esencia profunda de las cosas es alegre. Sólo nuestras complicaciones y nuestras torpezas pueden alejarnos de este hecho fundamental.

Hay en cada persona una reminiscencia vaga de algo que se sabe pero no se consigue precisar de modo cierto. Es ese algo que los ojos absortos registran en la danza de las llamaradas en el fuego, en el vaivén de las olas, en el paso de las nubes. Hay en nosotros el vaporoso recuerdo, la velada certeza de algo noble, puro y bello. No sabemos muy bien lo que es, pero intuimos que es algo a lo que una vez pertenecimos y que también nos pertenece.

La brisa en el verano, el frescor del agua, el calor de una manta en invierno, el humilde sabor del arroz y del trigo, una sola mirada amable entre la muchedumbre, el aroma de las plantas tras la lluvia, el rumor de las olas llegando a la escollera, todo en la naturaleza grita alegría, grita amor y grita paz. Y esto es algo de lo que no podemos ser desposeídos.

Escucha la bullanga alegre de las cosas.

2 comentarios:

J. A. Montano dijo...

Ahí, ahí :-)

Joaquín García Weil dijo...

No, si lo que yo decía...

http://joseantoniomontano.blogspot.com/2007/05/baudelaire-subvencionado.html