martes, 22 de mayo de 2007

ESE MÚSCULO QUE LATE


Si has pasado demasiado tiempo siendo lo que se esperaba de ti que fueras, haciendo lo que se esperaba de ti que hicieras, diciendo lo que se esperaba de ti que dijeras, es ya la hora de volver los ojos en ciento ochenta grados hacia adentro, justo del revés y contemplar esos movimientos rítmicos que te han venido acompañando hasta ahora en el centro del pecho.

En absoluto es una mera comparanza que el pecho sea la sede de los sentimientos. Puedes sentir que el corazón se te desmanda cuando el sentimiento es intenso, y que la risa y el llanto no son más que dos formas bien distintas de ejercer la respiración. Podemos pensar que el movimiento de los pulmones y del corazón son un sobreentendido acerca del cual no cabe preocupación, mientras funcionen. Fíjate en la postura de tu cuerpo, siente sus movimientos interiores, relaja, si puedes, los músculos, observa el lugar que ahora mismo ocupas en este universo, la postura de tu cuerpo, tu postura ante el cosmos. Si esto no es importante, no comprendo qué puede serlo. ¿Cómo podemos tener problemas en controlar nuestros músculos, los latidos de nuestro corazón y nuestro aliento si somos nosotros mismos? ¿Cómo puede nuestra mente resultarnos desconocida si somos nosotros mismos?

Por favor, un poco de atención.

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