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LA FELICIDAD COMO UN PÁJARO
No es una injusticia que el bueno reciba mal a cambio de sus buenas obras. El mundo no es un robot o máquina automática por el cual se echa bien por un lado y se recibe bien por el otro. Lo mismo cabe decir del mal. Y sin embargo las consecuencias de nuestras acciones tienen un efecto inmediato.
A la realidad no podemos tiranizarla mediante nuestros trucos. No podemos obligarla a recompensarnos por nuestra bondad, o por nuestras maniobras. Es estúpido sentirse defraudado ante el cosmos porque a quien creemos peor que nosotros tenga mejor fortuna.
Hay un pájaro que se dedica a construir nidos hermosos con que seducir a las hembras de su especie. Trenza un precioso habitáculo y luego se planta en la puerta a cantar en espera de mejor suerte. Si no llega hembra ninguna, destroza el nido y vuelven a construir otro.
La felicidad se conjura, las vidas se ordenan y se arreglan para que a ellas acuda la fortuna. De nada sirve gritar a los cuatro vientos la propia infelicidad. De nada sirve la gran queja cósmica.
Enseñoréate de tu propio destino. Trabaja para propiciar poco a poco una vida mejor. Y si la vida mejor no llega, no te lamentes, disfruta el camino hacia ella.
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