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ARRIBA OTRO TANTO O LA MANÍA DE LA TRASCENDENCIA
Entre los muchos trucos de la estatua sin rostro, uno de ellos consiste en apuntarse cualquier cosa como un tanto a favor. Incluso el propio desenmascaramiento o la propia destrucción se lo anota como un tanto de iluminación, de santidad o de sabiduría.
Existe la fuerte tendencia hacia el sacrificio, que puede ser noble si se trata de un atento oficio por el ajeno beneficio. Pero que tiene mucho de disfrute de la propia imagen sacrificada.
La batalla del mal y del bien, de la culpa y de la redención, del remordimiento y de la compunción es un juego que el ego practica con gusto.
A la estatua sin rostro le gusta la solemnidad y la importancia. Todo lo que es cotidiano le sabe a poca cosa. Morir por una inocente criatura sí, pero no molestarse en cambiar unos pañales de bebé o matarse a cambiar pañales, ni mucho menos.
1 comentario:
He pasado la mañana recorriendo este blog sin cansarme. Está muy bien, ¿no? Gracias por publicarlo.
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