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POR FAVOR, UN RESPETO
No pensando en uno mismo, sino en los otros, es sabio ganar el respeto de las otras personas.
El respeto de las otras personas es una de las cosas que más añora el ser humano, y sin embargo, no hay que ligar los propios deseos al respeto.
Si no puedes hacer que una persona mejore su concepto sobre ti, procura evitar a esa persona, pues la perjudicas con tu presencia. Si estás con una persona que no te respeta, estás provocando que esa persona esté con alguien a quien no respeta, y que, por tanto, tampoco se respete mucho a sí misma en ese momento, que es en todos. Así que, por favor, respeto.
Hacerse respetar no es mostrarse ceñudo, ni enronquecer la voz o moverse con ademanes bruscos. No hay cosa que más respeto profundo provoque en las personas como la amabilidad, la dulzura, la atención, la compasión no condescendiente y el amor. El amor auténtico y verdadero puede incluso a provocar más que respeto, temor. Pero el verdadero respeto es amor y no miedo. Por lo tanto es importante mostrarse cuidadoso incluso con la propia bondad. No es bueno convertirse en un imponente autómata del gesto bello como robot de la automática compasión.
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