sábado, 23 de junio de 2007

ENVÍO DE UNAS GRACIAS SIN DESTINATARIO


Puede figurar escrito aquí algo que no vaya del todo desencaminado. Un aviso de sabiduría puede provenir de esta o de aquella tradición, pero hay que entender bien cual es el origen de la verdad y la sabiduría. Podemos transmitir sabidurías y verdades pero no nos pertenecen, así que sería inútil ponerles marcas o pretender establecimiento de un tingladillo comercial sobre ellas, o incluso burocrático manejo como administración de lo que no nos toca.

Así pues, doy gracias de todas mis pifias, mis pataduras metidas, mis trompicones, y mis zambullones en la no obtención de lo que yo quería, que me hubiera hundido la más mínima obtención y me hubiera lanzado hacia el refocile en una pequeñuela satisfacción de la puerta equivocada.

Pero, como no todavía no sé a quién darle las gracias, me las guardo. Y hasta luego.

3 comentarios:

Carmen dijo...

Cuando tomando el primer café del día voy a leer tu actualización (a veces mi café es más madrugador) no sé qué me encontraré.
El otro día comparaba tus escritos con el cine y la literatura. En una película o novela hay mucho sitio y muchas palabras para expresar muchas cosas. Condensarlo todo para que sea certero es mucho más complicado, como en un corto o un haiku.
Has tenido días de novela y días de haiku. Para mí han sido igualmente certeros y provechosos.
Gracias y buen día.

J. A. Montano dijo...

Querido Joaquín, he colgado algo en mi blog que quizá interese a tus lectores: http://joseantoniomontano.blogspot.com/2007/06/la-seora-gorda.html

Joaquín García Weil dijo...

J.A,

Seguro que ese artículo le interesará a muchas personas. A mí me ha gustado. Eso que comentas, citando a alguien, respecto a los artesanos antiguos, lo pudo comprobar Ángeles,cuando restauraba catedrales. Cómo tallaban la piedra incluso en los lugares invisibles, donde, por añadidura, solían esconder alguna broma o diablura esculpida.

Saludos.