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NI BUENO NI MALO
Ni bueno ni malo, simplemente atento a los otros. El bien y el mal son dos conceptos que proceden de sociedades muy antiguas y todavía están vigentes en las sociedades modernas. Y es evidente que “bueno” y “malo” son dos términos cambiantes según épocas y lugares.
Cada persona puede verse a sí misma como buena o mala. Puedes felicitarte por el bien que has hecho o puedes lamentarte del mal que has causado o causas todavía. Pero tu satisfacción por tu bondad o tus culpas y remordimientos por tus errores es un asunto de tu ego personal, que poco afecta a la felicidad o desdicha de las otras personas. No debes utilizar a las otras personas como campo de tus ejercicios morales con el bien y con el mal. Esto es algo egocéntrico y muy neurótico. Sin embargo, también debes tener en cuenta que el bien y el mal son conceptos sociales, y como sociales pueden influir efectivamente las vidas de las personas en forma de aceptación o rechazo social.
Puedes calcular el grado de tu propia neurosis, y el grado de tu propio desequilibrio y desasosiego mental contando las veces que criticas o encuentras faltas en los otros. Cuantas más veces encuentres faltas, ridiculeces, torpezas, vilezas o maldades en los otros, tanto más neurótico y desequilibrado estás.
Si has de ser cuidadoso con tus juicios respecto a los otros, no menos cuidadoso has de ser respecto a la manera en que te juzgues a ti mismo o te critiques. De nada sirve decirse: “hice daño a esa persona”. Es mejor preguntarse “¿cómo está esa persona ahora?”, o bien “¿estoy haciendo daño a alguien ahora?”. Todo lo demás no es más que un jueguecito moral con nosotros mismos que en nada nos beneficia ni beneficia a nadie.
Esto no quiere decir que el bien y el mal carezcan de importancia o que sean conceptos falsos. Tienen la importancia que cada cual le de, y tienen la verdad y la consistencia que cada cual vea en ellos. Los conceptos no por ser falsos afectan menos a las vidas de las personas con quienes convivimos. Y esto es algo muy a tener en cuenta. El tener alguna certeza intelectual no nos da derecho a ir como un elefante de la Gran Verdad por la cacharrería de los supuestos errores ajenos. Antes de salvar a las otras personas, es mejor salvarse a uno mismo.
Bondad no es autoinculpación.
1 comentario:
Joaquín, verdaderamente me ha encantado esta reflexión tuya.
Creo que la culpa y los remordimientos no son más que un gran lastre que nos impide avanzar.
La crítica y juicio a los comportamientos propios y ajenos es fruto de una educación represiva, y un obstáculo que debemos salvar para poder ser felices.
Un saludo
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