lunes, 1 de octubre de 2007

LA DISTANCIA COBRADA


La vida de uno mismo —la de los otros tampoco— no puede programarse. Pues no se conocen las circunstancias de lo venidero.

Ha sido necesario cobrar la debida distancia para alcanzar este momento. El tener un objetivo o idea sobre lo que es bueno o perfecto no nos da derecho a tirar el resto de nuestra vida a la papelera.

El largo linaje del cual procedemos tiene toda la importancia. Los amigos que se hallan en nuestros días y todos nuestros conocidos, aparte del signo sentimental que inscribamos sobre ellos, todos ellos son la presencia de lo divino. No hay otra presencia. No podemos traicionar lo presente con lo ausente, con lo que no conocemos, pues el presente es todo, y es también, dentro de la conciencia, el escenario de las ilusiones.

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