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BUCEO EN BUSCA DE LOS DONES
Muchos son los dones que hay atesorados a lo bruto en el fondo de nuestras almas.
Es como el cúmulo de metales ricos y preciosos que hay sepultados en régimen de incandescencia en mitad del núcleo fundido de la tierra. Allí su cualidad es fluida o casi volátil. Allí su calidad se atempera.
Así la tierra ha reído con una temblorosa carcajada de terremotos y volcanes, cada vez que los humanos han emprendido luchas en pos del oro. Y con cada carcajada lanzaba al aire grandes chorreones de metales preciosos al rojo vivo.
Mucha es nuestra fuerza y muchos son nuestros dones. El principal de ellos es nuestra presencia. Con nuestra presencia podemos hacer compañía a quienes se sientes abandonados y solos. Allí podemos estar, sin decir nada, sólo oyendo, aliviando pesares, sin comprender muy bien como sucede este milagro de la compañía.
Muchos son nuestros dones y es tarea nuestra el ir a buscarlos, a descubrirlos, por mejor decir, porque tenerlos ya los tenemos. Y hemos de beneficiar con ellos o a su través.
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