martes, 30 de octubre de 2007

LA EXPLORACIÓN DE LA MENTE


La consciencia y la voluntad están en uno, son uno. No son problemas lejanos con los cuales jugar a través de conceptos.

Perseguirse a uno mismo, buscarse a uno mismo, encontrarse... son las expresiones de un afán y de un intento por salir de esa masa oscura que es la mente confusa.

Pero, a fin de cuentas, en este juego no has de perseguir, buscar o encontrar, pues tú eres el buscado, el perseguido, el encontrado.

No tiene ningún sentido el ir varios pasos por detrás de uno mismo.

Así esos recuerdos o sentimientos que crean sufrimiento o desazón tienen un origen en el tiempo, afloran desde un lugar determinado. ¿Desde dónde? ¿En dónde?

Estos recuerdos ¿qué son? ¿De dónde vienen? Los sueños ¿qué son y de dónde vienen? Las ilusiones. Todo.

Más aún, ¿qué o quién es uno mismo?

No tiene objeto el complicarse con especulaciones innecesarias. Al contrario, el objetivo es unir, simplificar, quitar dobleces, escapar de la complicación y retornar a lo que es simple. Y esto no de una vez por todas, sino a cada momento.

Hay ocasiones —raras todavía—, sobre todo allá por el otoño y la primavera, o cuando llueve tras la sequía, o sale el sol tras el aguacero, que me vienen de nuevo esos sentimientos antiguos, de cuando yo era joven o niño. Es ese sentimiento que se mezcla con el olor a leña encendida o a yerba mojada, o a salitre marino. Me vienen entonces imágenes borrosas del pasado, o del pasado que no fue.

¿Qué son esos sentimientos? ¿De dónde vienen? ¿De dónde esas imágenes y recuerdos?

No lo sé. Pero sé que algo de verdad hay en ellos.

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