viernes, 14 de septiembre de 2007

A NUESTRO ALCANCE


Meditada la soledad, comienzan a meditarse los objetos. Se puede pensar con las palabras, también se puede pensar con cielos, nubes, aguas, fuegos, arenas, rocas, plantas y piedras. Es la meditación del cosmos.

Meditada la soledad y meditado el cosmos se puede meditar en y con y por y sobre y entre las personas.

No manches jamás la presencia de quienes te rodean con el error de la rutina, con el desafecto de lo consabido. La presencia de aquellos seres que te rodean es muy valiosa. La sola comprensión del valor de las personas que conocemos es un ejercicio de méritos y beneficios incontables.

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