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UNIÓN Y DIFERENCIA
Lo que vale para mí no necesariamente ha de valer para otros. Me refiero a las sugerencias, a las orientaciones y las máximas.
No se trata de que cada uno de nosotros estemos en diferentes puntos del camino. Sino que cada uno de nosotros estamos en diferentes puntos de diferentes caminos.
Aunque eso sí, bien puede ocurrir que —utilizando una metáfora de fácil visualización— se traten los diferentes caminos de radios que converjan en un mismo centro.
Así que lo que uno se propone a sí mismo como bueno y deseable no ha de ser necesariamente propuesto a los otros. Y, mucho menos, puede ser exigido a las otras personas. Y lo que vemos como bueno en otras personas no ha de ser necesariamente un modelo para nosotros mismos. Debemos comprender que cada persona sigue su propio curso y está en el lugar concreto en que se halla. No en otro sitio ilusorio.
Comprendiendo esta diferencia entre las situaciones diversas en que se encuentran las personas, es más llevadera la armonía, la conciencia y la unión entre las personas.
Sin divergencia no es posible la unión. ¿Por qué habrían de unirse seres que son lo mismo y están en el mismo sitio?
Es necesario comprender el significado de la divergencia, de la diferencia y de la separación respecto al origen y los objetivos. Tenemos objetivos precisamente porque no los hemos alcanzado todavía.
Lo que se alcanzan son los logros que, a fin de cuentas, son ya memoria y pasto del olvido.
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