viernes, 2 de noviembre de 2007

MUNDO II


El mundo es mi maestro, dicen. Y a lo mejor es verdad. Pero las cosas de este mundo no suceden para así darnos una lección. Las cosas no suceden para mí. Simplemente suceden, y eso basta.

Pero tampoco es mala cosa atender a las cosas del mundo como si cada suceso fuera una auténtica lección, cada día, cada instante. La lección del viento y la lección del sol en un día en el campo. La lección de la conversación en sociedad. La lección del trabajo y la lección del placer.

1 comentario:

Juan Manuel Aragón dijo...

Es bueno tomar lecciones de la vida todos los días. Recordar el sonido del llanto de un niño, tiene sentido si uno sigue siendo niño en alguna parte de su corazón. Y así con todo, creo, pero no estoy muy seguro.