jueves, 26 de abril de 2007

SUENA EL TELÉFONO


Suena el teléfono, lo levanto y discuto con la persona que me ha llamado.

Cuelgo el teléfono.

En ocasiones he tenido vislumbres de grandes máximas de la gran sabiduría. Eran frases esculpidas en acero. Me he dicho: “Ahora sé. Ya comprendo”.

En ocasiones he tenido muy nobles sentimientos y muy loables propósitos. Me he dicho: “Soy puro y soy bueno”.

Y ahora suena el teléfono y tengo que discutir cuando no quería hacerlo.

Y es que el vivir es algo que debe hacerse a cada momento, y de nada sirve lo que hayas creído arreglar de una vez por todas.

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