Gracias por vuestra paciencia y por seguirme hasta aquí.
Cuando vivía de ermitaño en lo alto de un cerro y así durante años, estaba en un estado límbico de ni vacaciones ni no vacaciones.
De vuelta (de bendita bajada) a la ciudad, me sumergí en la diferenciación humana del tiempo. (Creo, no obstante, que la verdadera sabiduría o santidad o heroicidad es hacerse dueño de las horas de un modo pleno).
Conservo el ideal de la ni vacación ni no vacación, pero sumergido en el ámbito ciudadano uno se zambulle (como bien apuntaba J.A. Montano en su comentario) cada vez más en la diferenciación y en la vacación (o la no vacación).
Para resumir, es difícil encontrar una terminal conectada a la web en los lugares vacacionales. Eso de momento, pues no tardará en llegar el fatídico día que o bien todos los lugares (vacacionales o no) estén conectados o, lo que es peor, que carguemos a cuestas con las terminales, cosa cada vez más común.
De momento sucede que las idas o venidas de vacaciones o mediovacaciones son precipitadas y saturadas de tareas relativas. Así que me resulta difícil incluso avisar mi ausencia. Esta circunstancia va a seguir hasta septiembre cuando retomaré mis rutinas.
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