lunes, 17 de diciembre de 2007

LO QUE NO PUEDE LLAMARSE NI MATERIA NI ESPÍRITU


Más allá del cielo no existe el arriba ni el abajo, la derecha o la izquierda.

Conviene conocer bien que es aquello que llamamos cuerpo para descubrir si hay algo más que podamos llamar también nosotros.

No basta declararse partidario del cuerpo y de sus placeres. No basta ignorar el cuerpo. Es la conciencia de cada nervio y de cada músculo la puerta a eso “otro” que no está dentro ni fuera, que no es arriba ni abajo y que no tiene derecha o izquierda.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Un buen regalo para las Navidades

Qué vibración la de estas fechas. Como es sabido la mayoría de los comercios facturan la mayor parte de las ventas del año en este mes. Hace algunas semanas la dueña de un comercio de regalos, ropa, artesanías, etc. me dijo que en Navidades facturan el 40% de las ventas de todo el año, y que estaban a la espera de resultados para saber si su establecimiento es viable. En el mundo de los libros, ocurre igual, quitando que durante la feria del libro se vende también algo. Bueno, a lo que iba, os propongo un buen regalo para Navidad:


Que podéis conseguir en:

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martes, 11 de diciembre de 2007

Autoayuda, Economía y la Mística de la Ciencia


Circula por la red en forma de los frecuentemente fastidiosos reenvíos un vídeo titulado "El secreto".

http://www.youtube.com/watch?v=tKRIatxtUwE

Se trata de un remedo del estilo de anuncios fílmicos tipo Disney como el que podéis ver aquí en en trailer de "La búsqueda".

http://www.youtube.com/watch?v=agjmnP5LhS4

O sea las técnicas publicitarias de películas de fantasía (de conspiraciones internacionales etc.) aplicadas a lo que supuestamente es "la realidad". Eso sin quitarle o ponerle validez a los textos que de este modo se emiten.

A mí lo que me intriga de estos avisos de autoayuda es saber un poco más de quienes los proponen, si se ayudan realmente a sí mismos o qué. Es decir, si la persona respalda o acredita sus palabras con su presencia y sus actos.

El pensamiento positivo me parece bien siempre y cuando no sea negador de lo real.

Tal como lo veo hay dos asuntos: reconocer lo que existe, primero, y tembién enfocar la mente para mejorarlo. Dicho en términos orientales: la meditación y el voto o propósito. Lo de la simpatía entre iguales es el fundamento de la oración o el mantra, sintonizar la mente con lo mejor, para mejorar.

Mi propia versión del asunto de la autoayuda (en sentido estricto) en:

http://garciaweil.blogspot.com/

Finalmente, (sea como sea) todo lo que ayuda o mejora, por definición, es bueno. Lo difícil es lograr todo esto con un poco de inteligencia o, por mejor nombre, con sentido del humor.

Hoy en día es frecuente que las grandes empresas promuevan la lectura de algún libro de la así llamada “autoayuda” o “pensamiento positivo”, sufragándolos y promocionándolos entre sus empleados. Lo cual quiere decir que en el ámbito de la economía se aprecia su efecto sobre la productividad. Un fenómeno digno de estudio.

Por otra parte, la oración aplicada a intereses materiales o prácticos no es algo nuevo ni circunscrito a la moderna cultura estadounidense, sino que es un fenómeno usual en toda época y lugar.

Cada cual, si es creyente de alguna creencia, tal vez se recuerde rezando para aprobar algún difícil examen académico o de oposiciones. Rezos y oraciones pidiendo salud, lluvia, amor, o protección frente a las catástrofes y calamidades, etc. han sido norma y no excepción en la Historia o la micro historia de la Humanidad.

La Humanidad se muestra bastante tozuda para perseverar en tal práctica durante milenios si es que el procedimiento no funciona en absoluto. Así que la novedad no es que se practique tales modos “mágicos” o de simpatía entre la mente y lo pensado, sino que la novedad sería no hacerlo (y puesto que no se hace, proponer que se haga).

Respecto a rezar para aprobar un examen, la cosa tiene su lógica, pues si creemos tener a las potencias superiores de nuestra parte, además de la concentración que la oración misma supone, esto nos da más tranquilidad y confianza para afrontar una prueba o una aventura de la índole que sea, con lo que tendremos más probabilidades de éxito.

Leo en este artículo de la Wikipedia http://en.wikipedia.org/wiki/Law_of_Attraction

“Scientists are critical of the lack of falsifiability and testability of the claims”.

Sucede que no esta hipótesis de la así llamada “Ley de la Atracción” (por la cual los pensamientos positivos atraen a sus semejantes) es falsable o testable, pero ninguna lo es, como ya se encargaron de mostrar Kuhn y Feyerabend. Hoy en día la única certeza posible (valga la contradicción entre los términos) es la certeza estadística. O sea lo único que científicamente puede averiguarse es que una determinada ley o hipótesis de la ciencia (empírica) que sea se cumple en tantos o cuantos casos.

Como quiera que la ciencia tiene su propia mística, resulta improbable que del ámbito científico surja el empeño de comprobar estadísticamente que la oración o la concentración mental positiva funciona. Pese a lo cual hay por ahí proyectos empeñados en demostrarlo, no sólo de la oración o la concentración mental positiva sobre cada cual (posible efecto subjetivo o placebo) sino sobre terceras personas.

Hablando del efecto placebo y de lo que he llamado “La Mística de la Ciencia”, quiero proponer un caso: Si una persona se cura de una enfermedad por la fe en que va a curarse se habla del efecto placebo, que es el nombre que reciben los remedios sin efectividad química pero con efectividad psicológica. Por ejemplo, si una persona está convencida de que la oración suya o de otras personas puede curarla es probable que esto colabore en la curación. Ahora, si los médicos declaran que tal dolencia es incurable y necesariamente mortal y eso se le dice al paciente es altamente probable que, si el paciente cree en esta “Mística de la Ciencia”, colabore algo que podemos llamar “efecto placebo negativo” en la efectiva muerte del paciente, o en la incurabilidad de la enfermedad si científicamente se declara “crónica”. Considero que este es el motivo de “ocultarle al paciente la verdad”. Es poco ético decirle a una persona que su enfermedad es mortal o incurable pues de un modo declarado o inconsciente sabemos que tal noticia corresponde a lo que Weber llamaba “las profecías auto cumplidas” o sea, pronósticos que influyen o motivan el resultado.

Concuerdo en que el pensamiento positivo no puede estancarse en conseguir bienes materiales o ascensos laborales, efectividad en los negocios, etc. Por la sencilla razón que las ideas que condujeron al pensamiento positivo son incondicionales. No pueden detenerse en el egoísmo grosero. Creo que esa actitud no sólo no funciona sino que conduce directamente a la persona que lo practique a un conflicto interior y exterior.

Dicho esto, el verdadero desarrollo mental o espiritual de una persona no está reñido en absoluto con el progreso material, sino al contrario. Cuando visité Brasil, un país religioso donde los haya, constaté que las personas más comprometidas con su religión (no importa cuál de las muchas que por allí se prodigan) solía manifestar al mismo tiempo un progreso material. Lo cual no es extraño, pues las religiones más avanzadas proponen una higiene de vida (llámese si se quiere ética) que conduce a una mejora de la salud y a una disminución de los conflictos, lo cual libera energías para que la persona las aplique a su prosperidad.

Esta conjunción entre progreso espiritual y orden o mejora material (dentro de la sencillez) está en la base de numerosas vías como el Zen, pero también en la antigua mística europea. Conocido es que Santa Teresa era una notable gestora o administradora económica, y que San Juan de la Cruz desplegó un gran talento para crear artilugios que hicieran más fácil la vida de las personas. También algunas figuras espirituales de la India contemporánea destacaron por su capacidad organizativa y por aconsejar de modo certero en variados asuntos que abarcaban los ámbitos económicos y políticos.

Esto y más en:

http://garciaweil.blogspot.com/

sábado, 8 de diciembre de 2007

CAMPO DE VANIDADES


Antes de curar el mundo hay que clarificar la mente. Con el objetivo de sanar al cosmos se clarea la consciencia. Para ayudar a las otras personas hay que conocer a la persona que somos nosotros.

Mientras nuestra conciencia no se clarifique, de un modo consciente o inconsciente siempre sesearemos que el mundo que habitamos sea un campo de vanidades donde poder ejercer nuestra propia confusión.

jueves, 6 de diciembre de 2007

AMPLITUD, LIBERTAD DE ESPACIO


La mente confusa ha de ganar amplitud y ha de crear tiempo, generar su propio tiempo para así constatar que tras los vapores de la confusión, existe una verdad clara, pura y original.

Las acciones, las reacciones, los sentimientos y los pensamientos de la mente caótica, por muy certeros que en principio pudieran parecer, en un primer momento sólo logran añadir más vértigo al torbellino de la mente.

La ausencia de movimientos, de pensamientos y de sentimientos es lo único que interrumpe el trasiego caótico de la mente confusa. Lo primero que reconocemos cuando intentamos interrumpir voluntariamente las acciones, los pensamientos y los sentimientos que nos estorban, que nos obsesionan o nos hacen sufrir, es la dificultad de la tarea. De hecho, tal voluntad de clarificar se acaba mezclando ella misma con la confusión.

La cuestión se puede formular del siguiente modo: ¿quién confunde a quién? o ¿quién clarifica a quien?

Parece entonces que no hay solución posible y que todo es un juego absurdo de la mente del cual es imposible escapar. Y de hecho es así. Sólo que tenemos la posibilidad y el poder de comprender ese juego y contemplarlo con serenidad desde la amplitud de la conciencia.

Si emprender premeditadamente un movimiento o una acción es un elemento más que se suma al caos, la contemplación quieta del movimiento inevitable o no premeditado, la observación imparcial de los pensamientos y sentimientos que fluyen es resta en mitad de la confusión.

Si generar voluntariamente un pensamiento y analizarlo es añadir más caos al caos dentro de la confusión, contemplarlo mientras surge y dejar que desaparezca es crear un pequeño pero importante espacio entre pensamiento y pensamiento. Ese espacio y ese tiempo libre que se va creando es el espacio de la luz y la serenidad.
Si engolfarse y relamerse en un sentimiento añade más confusión a la mente caótica, la contemplación misma de los sentimientos según afloran, los comprende y pacifica al generar amplitud en el corazón.

Para alcanzar la liberación de la mente es necesario ganar amplitud de espacio libre y generar tiempo de calma y paz.

sábado, 1 de diciembre de 2007

A PARTIR DE LA FELICIDAD Y MÁS ALTO


Lo bueno, lo bello y lo alegre que hay en este mundo nos sirve para comprender cuántas otras cosas pueden ser mejoradas.

En ocasiones a las personas nos toca vivir tránsitos que no nos resultan cómodos ni agradables. En estas circunstancias el caos de la mente se multiplica. Nada entonces se comprende. Y en nuestro error pensamos que la infelicidad y la amargura se hacen incluso lógicos e inevitables.

Un desastre conduce a un mayor caos mental, y el mayor caos mental conduce a nuevos desastres. Parece así que no hay salida posible.

Necesitamos entonces una pausa, un tiempo muerto, un espacio libre donde tener un margen de maniobra.

Podemos pensar que todos los desastres nos ocurren a causa de nuestros errores. Podemos pensar también que no somos nosotros sino que es el mundo el que nos maltrata, o el destino o la suerte —la mala suerte— o lo que sea.

Nada sucede por casualidad. Sino que todo lo que acontece tiene causas, circunstancias y motivos que hacen fuerza para que así suceda.

Todas las cosas de este mundo están ligadas o trenzadas en una red de causas y efectos, donde nada se mueve sin que haya sido motivado por todo lo anterior y sin que, a su vez, ejerza efecto sobre todo lo demás.

Así, la biografía de cada uno está inserta en estos hábitos de la realidad: los motivos, las circunstancias, las causas y los efectos. Sólo que nosotros, en nuestra dimensión humana, a estas manifestaciones de la realidad preferimos llamarles aciertos y errores, éxitos y fracasos.

Ahora, también sucede en ocasiones que, por mucho que queramos por nuestra propia voluntad escapar de un determinado encadenamiento de errores y desastres, resulta que nos vemos sumidos en la confusión, e incapaces de clarificar el caos que emana de la propia mente.

Necesitamos pues una pausa. Necesitamos romper esa cadena de amargura, aturdimiento y confusión que nos ata. Y esto es algo que nadie puede hacer en nuestro lugar, sino que hemos de realizar por nosotros mismos. Podemos pensar que tal cosa es imposible.

Es posible. De hecho millones de personas lo han conseguido a lo largo de la historia personal de la humanidad. Todas las personas tienen la posibilidad de escapar a sus circunstancias y condicionamientos por muy infernales que éstos parezcan. Sólo que la mente confusa por sí misma no tiene la capacidad de hacerlo. No goza del espacio o de la amplitud suficiente para hacerlo.