viernes, 31 de agosto de 2007

DEL VACÍO Y SU BALIZAMIENTO


Quisiera dejar de batallar, zambullirme de una vez por todas en las aguas sin fondo de lo verdadero. A veces pierdo el equilibrio, a veces lo recupero, a veces me dejo arrastrar por el marasmo de los pensamientos.

Tememos el completo vacío, por eso tememos abandonarnos y perder toda referencia que nos sirva de medida, de comparanza y de término.

Hay cosas importantísimas que de pronto comprendo y luego olvido.

Se me ocurre pensar que, desde un cierto punto de vista, hemos venido al mundo a tener conciencia, para comprender algo. Y habremos de volver a la vida una y otra vez hasta que cumplamos esta tarea. Algunos habremos de tornar hasta que todos cumplan esta tarea.

Antes de saber queremos y creemos tener claro aquello que llegaremos a saber. De tal modo que, empestillados de la mente, si no abandonamos las expectativas nos quedaremos eternamente expectantes.

Así pues requerimos balizas y medidas que nos aseguren que vamos por el camino correcto y que hacemos lo debido. Queremos nuestra ración de éxito si somos buenos chicos. Incluso solicitamos nuestra cuota de fracaso si es que nos equivocamos. Todo con tal de tener una seguridad o una certeza.

Podemos también rehuir el fracaso, o achacarlo a nuestra distracción momentánea, a nuestro desinterés o a la mala fortuna. Pero tales motivos no se aducirán para explicar nuestros éxitos.

Si buscas el éxito, este no es el camino. Si tratas de evitar los fracasos, este no es el camino. Si deseas mejorar o transformarte a ti mismo, esta no es la senda. Si buscas la felicidad, este no es el camino. Si buscas la alegría, este no es el camino. Si buscas sabiduría, este no es el camino. Si buscas santidad, este no es el camino. Si buscas ser amado, este no es el camino. Si buscas serenidad, este no es el camino.

Este sólo es el camino de los que nada buscan y todo encuentran.

jueves, 30 de agosto de 2007

LA VERDAD SIN DUEÑO


La verdad no tiene dueño. La conciencia verdadera no es artículo de mercaduría, ni sujeto de administración burocrática, religiosa o académica. Si bien las sociedades humanas, las organizaciones, las tradiciones y los organismos pueden facilitar un acceso al camino, no pueden establecer en él su aduana, ni cobrar aranceles, ni exigir sumisión a cambio del acceso. Sólo cada persona por sí misma, por la facultad propia y no recibida de nadie de su realización y su conciencia propia, puede encararse a la verdad.

No existe contabilidad de lo que es cierto. No existe en el camino el error, pues también el error es y se unifica y se contiene. No existe una doctrina verdadera a costa del error de las otras. No hay una correcta práctica a costa del error de las otras prácticas. No hay monstruos, demonios o espantajos que exhibir, pues los monstruos y espantajos también se contienen.

Es la suprema estupidez el establecer una competencia acerca de la verdad entre las distintas tradiciones que se dicen del espíritu, los sistemas de sabiduría y los distintos credos o dioses. Pero la estupidez también se comprende.

Y quien diga lo contrario lo dice no más que con su máscara de grandísimo embustero, granuja y farsante. Y también el embuste, el granujerío y la farsa están comprendidos dentro de lo mismo, que es Uno.

Las autoridades no te quieren como persona, tan sólo te necesitan como número que añadir a la suma de su poder. Y la autoridad también está comprendida.